con un poco de retraso, aquí tienes el siguiente relato de Yola, nuestra aventurera alrededor del mundo….Gracias Yola!
No es que viese mucho de la gran, caótica, extracontaminada y sofocante urbe, de hecho creo que visité más embajadas que templos, pero al menos lo principal (o un poco menos) si que vi. Vamos por partes que también tiene su miga.
De todos los templos que tiene Bangkok, solo voy a contaros los más importantes porque tienen algo relevante y es que, la verdad, templo budista, como tal, pues igual que ver iglesias, algunos me matarían pero sinceramente, para mi, vistos 2 (o tres), vistos todos. Si vienes a Tailandia te vas a pegar un buen festín de colorines, siempre bien vivos y fatal combinados, y formas, rarísimas y asustadoras en muchos casos.
El exterior siempre está más que adornadísimo con demonios y ángeles (de los malos, si eso existe) que deben defender al buda de turno de algo (malos espíritus), seguramente de los visitantes, porque asustan. Y tampoco entiendo muy bien la misión o figura de demonio/ángel aquí.
En cambio el interior suele ser más austero, porque claro, la imagen del buda de turno tiene que resaltar, y ya lo creo que resalta. Tu estás fuera, haciendo tus fotillos y demás, lo único que se ve del interior es oscuridad a través de una puerta, siempre muy pequeña en proporción al templo, y cómo la gente entra y desaparece en dicha oscuridad, cosa que de por sí ya no cuadra mucho. Entonces te descalzas (es obligatorio y pocas veces un placer), entras mirando lógicamente el enorme escalón que siempre hay, que yo creo que está a propósito para que la gente entre con la cabeza agachada en señal de reverencia. Y cuando levantas la cabeza y tu retina se acomoda a la escasez de luz, muchas veces (muchas), lo único que ves es un ombligo dorado, generalmente enorme, que te amenaza directamente. Entonces, acojonada claro, miras hacia arriba y ves al gigante ahí, mirándote de reojo, pero fijamente, y con cara de pocos amigos. Algún día haré un vídeo sobre las mil y una caras de buda, que las tengo todas en fotitos, pero no tengo software para montarlo.
Y no es coña, no. Prometo que más de una estatua de estas me ha hecho retroceder un par de pasitos del susto que me han pegado.
Vamos a darnos una vuelta por los más destacados templos de la capi.
* Wat Traimit o Templo del Buda de Oro. (Uno de los de susto gordo). Parece ser que el famoso buda data del siglo XIII, pero no se sabe muy bien. Resulta que, en algún momento de su vida, fue cubierto de cemento, probablemente para ocultar su valor a ladrones y saqueadores, durante los conflictos del país con su vecina Birmania. Ni siquiera te cuentan donde estaba la estatua antes de que el rey Rama nosecuantos, creo que III, se la trajo a Bangkok y la mandó instalar en un templo que cayó en desuso y fue completamente abandonado a principios de siglo.
Gracias a una epidemia de amnesia generalizada, que debió durar generaciones, nadie se acordaba de lo que había dentro de la estatua, y fue a mediados de siglo cuando, al trasladarla de nuevo a su actual ubicación se desconchó un poco el cemento y descubrieron el pastel. ¿Se nota que paso hambre últimamente?
Pues bien, el pedazo de pastel no es ni más ni menos que un lingote de oro macizo, con forma de buda, de cinco toneladas y media (que se dice pronto) y 15 pies (más de 4′50 m, exactamente 4′572m) de altura. De hecho es la estatua de buda en oro macizo más grande del mundo, o eso dicen. Vale más que el barrio entero donde está situado, Chinatown, unos nada despreciables 14 millones de dólares USA (que con tanto lío de moneda ya tengo que especificar).
Vale, en este punto iba a escribir un comentario irónico al respecto de fundamentos religiosos versus riquezas en los templos, pero me he ido a mirar las bases del budismo y, la realidad, es que creo que poco tiene que ver el auténtico budismo, que va bastante con mi forma de ser, pensar y sentir (o la ausencia de ambos), con el budismo-religión en que se ha convertido esta pantomima (igual que cualquier otra religión), así que me muerdo la lengua y me como el comentario (ya sabéis hambre).
Como digo, este templo está en Chinatown, justo al lado de la rotonda Odeón, que está dominada por la gran puerta simbólica de entrada al barrio, lo que lo convierte en un buen punto de partida (o fin) para visitar Chinatown. Se puede llegar, con un corto paseo, bien desde el muelle Ratchawong (parada de los Express Boat), o desde la estación de metro (y la de trenes) Hualamphong. La entrada cuesta 20 Bath (0′43€), sin excepción.
* Wat Phra Chetuphon, Wat Pho (su antiguo nombre y por el que se le conoce) o Templo del Buda Reclinado. Continuando por la misma orilla del río, podemos acceder a este templo desde el muelle Tha Tien, o en corto paseo desde el Gran Palacio (si es que lo hemos visto antes). La entrada, 50 Bath (1′07€), sin excepción. ¿Alguna vez habéis pagado por entrar a ver una iglesia, catedral o sucedáneo? Nuestra religión no tiene ni idea de cómo hay que montárselo. En el rato que yo pasé puede que estuviésemos allí cerca de 400 personas (temporada baja y por la mañana tempranito).
Es famoso por tener la enorme estatua del Buda Reclinado, que solo es una mala traducción, porque el buda no está reclinado, sino acostado de lado, o dicho con más finura “yacente” (tengo que hacer otro post sobre el rollo este del idioma). Lo más destacable no solo son los 45 metros que mide la estatua, que a duras penas entra en el templo, sino también las finas facciones de su cara, algo no muy frecuente entre los budas. Tiene rasgos claramente femeninos, bonitos y sorprendentemente amables. Y las incrustaciones de nácar en las suelas de sus sandalias, mostrando los 108 signos de buenos auspicios que distinguen a un verdadero buda (eso he leído).
Hay gente que, seguro por desconocimiento, se conforman con ver al buda y ya, pero este templo tiene mucho más que ofrecer al visitante. De hecho, no en vano es el más antiguo de Bangkok, más que la propia ciudad. Data del siglo XVII. El primero de los Rama, fundador de Bangkok, amplió el templo, instalando muchas estatuas (de soldados amenazantes principalmente), chedis y otros objetos recuperados de Ayuthaya (que ya os contaré lo que es, pero básicamente ruinas), y cambió el nombre del templo por Wat Phra Chetuphon en 1801.
Unos 30 años después, llegó el que debió ser el Gallardón de Bangkok, Rama III, y lo volvió a ampliar. Ordenó la construcción del Buda Yacente e instaló un centro de aprendizaje, con lo que el templo se convirtió, en esencia, en la primera universidad de Tailandia. Y muestra de ello son el mogollón de frescos, dibujos y pinturas varias en las paredes de los chedis, sobre acupuntura, digito-presión, técnicas de masaje, meridianos del body, y métodos de sanación.
Para mí, sin lugar a dudas, el más interesante de todos. Además te puedes dar unos buenos, tranquilos y casi frescos paseos (38ºC, a la sombra, es fresco aquí), por los jardines que lo rodean, entre chedis y lecciones magistrales.
* Wat Phra Kaew, Wat Phra Si Rattanasasadaram o Templo del Buda de Esmeralda. En realidad no es un templo “al uso”, vivienda y escuela de monjes budistas, sino que es la capilla real. Se encuentra dentro del recinto del Gran Palacio Real. Os habéis dado cuenta que aquí todo es gran? El Gran buda de tal, el Gran palacio de pascual, el Gran templo nosecual… Un poco altanero.
Se puede llegar al Gran Palacio, en barco por el río Chao Phraya, seguimos por la misma orilla, ya sabéis lo ordenadita que soy. Es el embarcadero “Tha Chang” y paran todas las líneas de barco, excepto la amarilla. También se puede llegar caminando, en un corto paseo, o en bicicleta de alquiler, desde el Wat Pho, cuyo embarcadero es “Tha Tien”, y solo paran los barcos de bandera (línea) amarilla, y amarillo-verde.
La ropa “decente” es absolutamente imprescindible. En la entrada te dejan pañuelos-falda, largos y una camisa, por si tu ropa es inapropiada (teníais que ver a los chicos que vienen en pantalón corto, con el pareo sobre su ropa, y algunos con sandalias de trekking y calcetín blanco hasta media pierna, bien estiradito). Debes dejar un depósito de 100 baths (poco más de 2 euros) que te devuelven cuando dejas las ropas. Punto para Tai en organización.
El ticket de entrada es el verdadero susto de esta visita, cuesta la friolera de 350 baths (7′50€), sin excepción (no admiten carnet de estudiante), e incluye, las visitas del Wat Phra Kaew, el Gran Palacio Real (en el mismo recinto) y un pequeño mapa de situación, que de poco o nada sirve, porque aquello es un laberinto de edificios, chedis, estupas y jardines. Les quito el punto de organización que les dí antes.
También se pueden alquilar audio-guías en 8 diferentes idiomas, por 200 Baths (algo más de 4€) para unas dos horas. Te piden el pasaporte y admiten tarjeta de crédito. No son listos ni na.
La visita dura esas dos horas tranquilamente, y más si eres amigo de esperar el momento de “foto sin gente”, que los hay, pero requieren de tiempo y paciencia en lugares como este visitadísimo templo-palacio. Esto me lo enseñaron mis buenos amigos Jose y Desi, en Perú (Gracias) y tienen toda la razón, pero hay que tomarse una dosis extra de paciencia antes de salir de “casa”, y más en estos sitios plagados de turismo “yapanís” (que no tienen ningún miramiento).
El templo fue construido, por el primero de la saga de los Rama, exclusivamente para consagrar en su interior la imagen de buda, tallada en un gran pedazo de jade verde. Dicha imagen fue traída desde Vientián (Laos), cuando la ciudad fue conquistada en 1778.
La estatuilla, de escasas dimensiones, tiene por contra una rica historia que se merecerá un post exclusivo. Como resumen os contaré que nació en India, en extrañas o dudosas circunstancias, y después de viajar por Sri Lanka, Camboya, varias ciudades de Tailandia, y Laos, terminó en Bangkok. También estuvo escondida y fue redescubierta, ahí es cuando el brillante verde confundió al monje que la encontró y empezó a llamarse Buda de Esmeralda.
Como digo es un laberinto de “cosas” gracias al cuarto de los Rama que, como el tercero no le había dejado mucho que hacer en la ciudad, pues este puso todo su empeño en el Palacio Real. Pero el pobre caprichoso andaba escaso de gusto, orientación y orden. Un poco en plan de “tengo este capricho de rey, que me lo hagan”, y una vez hecho… ¿dónde lo ponemos?, pues donde quepa. Así que lo mejor aquí es guardar el mapa y dejarse “marear” por la sopa de colorines, demonios (yakshas), formas, guardianes, chedis, bombos (de estos de “gonggggggggg” pero que aquí tienen formato de tambor tumbado), edificios, tejados, estupas… y, como premio, la gran maqueta tallada en alguna piedra a escala de Angkor Wat (el principal y más conocido del millón de templos de Angkor).
Imprescindibles: Para no pasar por el vestuario y llevar durante dos horas o más, la ropa sudada por otro: pirata (finito y ligero) y camiseta o blusa de manga corta (cuanto más larga mejor) pero también finíiiiisima. AGUA, el abanico y, lo del paraguas para el sol, aquí no es ninguna tontería. Gafas y protección solar. No soy amiga de recomendar todas estas “tonterías” pero os aseguro que eché en falta todas y cada una de ellas. El agua, las gafas, el abanico (o sucedáneo) y el paraguas, se pueden comprar allí o en las inmediaciones, pero el precio no es que lo engorden, es que lo ponen obeso.
* Wat Arun. Para rematar el día de templos (yo ya no pude con más, pero hay muchos otros de “menor” categoría), nos cruzamos a la otra orilla del río en el Ferry Boat, que lo podemos coger en Tha Chang (aunque nos deja algo lejos) y en Tha Tien (el muelle del Wat Pho), hay uno que va directa y exclusivamente a Wat Arun. Si contratáis una excursión en barquita a los Klongs, decidle que os incluya la paradita en este templo. Los que se hayan decidido por coger el Tourism Boat, tienen esta parada incluida.
Wat Arun fue fundado en el período de Ayutthaya, antigua capital del reino. El rey Taksin (Rama I) decidió cambiar la capital de Tailandia para Thonburi, lo que actualmente es el distrito del otro lado del río, en Bangkok. Vinieron vía fluvial, en procesión real. El barco llegó al lugar donde ahora está el templo de madrugada, de ahí que el primer nombre de este fuera Wat Jaeng, es decir, el Templo de la Aurora, o Wat of the Dawn, o lo que es lo mismo, del Amanecer. Y sirvió de palacio durante un tiempo.
La gran torre central, lo que más destaca del templo, y sus cuatro hermanas pequeñas, que la rodean, son mucho más jóvenes. Construidas por el segundo Rama, a principios del siglo XIX, que además cambió el nombre del templo por el de Wat Arun Ratchtharam (a ver quién pronuncia ese palabro). Y por último vino Gallardón, digo Rama III, y completó la torre.
Desde el río parece como más austero y monocromático (grisáceo) que la tónica habitual de los templos tailandeses, pero noooooooooooooo, nada más lejos de la realidad. No sólo es único en su diseño, que es una mezcla de khmer y tailandés, vamos lo más de lo más, sino que también destaca (y mucho) por su decoración que, sobre ladrillo enfoscado (ellos dicen ladrillo básico con una cubierta de yeso, que queda como más fino, pero sigue siendo ladrillo enfoscado), pues eso, que lo cubrieron con trozos de porcelana china y cerámica vidriada, nada menos. O sea, mil y un colorines inconexos en tono y forma, pero muy bien colocaditos.
Para el que le “pongan” los templos y el arte oriental, tenéis más de 30 solo en la capital.
Y creo que termino aquí esta eternidad de artículo. Así que este post, que pretendía hacer un “City Tour” por Bangkok, se va a convertir en una pequeña serie, porque claro, me decís que escriba y mira lo que pasa. Va a ser que teníais razón al decirme que SI tengo algo que contar, punto para vosotros.
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